20 de septiembre de 2012

A ras del grito





Sales a la calle
el frío espera
tus pies flotan en cemento
en el asfalto presuroso
tus ojos miran ciegos
escapas hacia un rincón
hacia el sueño olvidado
laberintos
caracoles de infinito fulgor.




En cada palabra estriba el sueño
el músculo
el deseo
dulces ternuras
apasionadas furias
lo que solo saben dos
se reconocen en sus señas
solo lo dicho al callarse,
el oculto rincón vale su aposento
un techo
un espacio
unas paredes
un lugar que guarecerse de los ojos
un lugar en que se aprehenda el sabor.




Cada voz tiñe los labios de color inesperado
cada azul se tornasola al pasar entre las manos
cada llaga será al fin carne ensimismada
cuando el cielo se enrede entre las aguas
en una cópula cósmica y asesina
     de toda oscuridad.




Cuando el poder mane de los lados
cuando el frente sea amor
cuando la locura sea de respeto
cuando la cordura cause pavor
cuando la risa mande risa
cuando haya prisa mas no desesperación
cuando abril persiga rayos
cuando mayo no muera de dolor
cuando la noche ilumine aún sin luces
cuando se hable
                              más lejos que la voz.




Ojo reconcentra tu atención
hay más
que el más acá
hay más
que el más allá
hay más para el iris
algo se oculta entre el sol.




Esguince exótico del ojo
desorbitado de tristeza
de simple agujero en su arcada
de inocultable belleza de extranjero
la soledad de los que están solos
la lluvia razón de los lamentos
la noble vestidura del amor nunca resguarda
la dignidad no conjuga con silencios
palabras para qué si no hay palabras
la inútil discusión que invade días
la inútil comunión de la esperanza.




Todas las horas encajadas en el viento
el rústico fluir el fiero asomo
hierático dedo en escalpelo
dos veces dos
alguna parte
una mirada
el diapasón se desespera
desmaraña
el apetito esmera su llegada
punto por punto indescriptible
en coma palabra toda
siguen las voces
incoloro tráfago
ni siquiera para un basta
no pasa nada
las piedritas en el borde de los cielos
los cielos en el borde de los dedos
los dedos en el borde de los sueños
en los sueños se cuecen nadas
nada
nada.




A un canto del agua
a un canto del aire
ningún estúpido segundo
según los minutos exquisitos
todo distribuido en decilitros
¡ah! esas medidas del aliento
raer
raer royendo
no queda ya ningún disturbio
ahora aflora inmensidad.




La penumbra despierta luces
milímetro exacto anhelante
áureas disposiciones
nervios tráficos
todo a ras del grito
la mínima célula riega incendio
camino impelido pasadizo
ah, la sustancia
binario aliento.




La insoportable rima de la ciencia
cuatro cadáveres insomnes
un chasquido letal en la mirada
¡oh! madre, tú siempre lo decías
una caja de fósforos encendidos
cuatro o cinco venenos
el ruido de las motos por mi calle
el ruido de las motos en la calle
el ruido de las motos sobre calle
la calle oculta entre veredas
el aplomo de los que no están nunca
el aplomo de los que no están siempre
una moneda
un rastro
un pie
            ¿estrófico?
            ¿poético?
            ¿des/medido?
un cuarto de alguna cosa envuelto en papel azúcar
por los bordes como nadie más puede
un gusano de seda totalmente tosco
una señora ausente
un artilugio inoperante
espero el sol aun la tarde
el cataclismo entre la lengua
dos historias encontradas
a más a o esto apesta
b más b a veces llora
un instrumento de precisión en no sé cuánto
¡ah! claro, a veces llueve de costado
otra vez la estación
nubes y rieles
ríeles
acaso así
ojalá sí algo
barquichuela
llamarada.




Una lista de canciones anticuadas
incluyendo restas imperfectas
una tenaz resistencia al homicidio
un guante
algo ligero
otra vez el juego
la sagaz concomitancia de las reglas
oes aes sinsabores
sinrazón en el tropiezo
el átomo aprieta
molécula urgente
saliva inapreciada
redes
vocablos
atambores
músculo intenta
ojo apresa.




Legislando sobre el odio y felices llamaradas
la procesión ¡carajo! la procesión
el lento paso de los ojos
masa por energía entre dos nervios
todo elevado al cuadrado
la cifra exacta
quizá un día haya
sobran retazos de hiel y de cadenas
el suave vaivén perpetra
el suave vaivén.




El sutil ejercicio diario
marcadas horas
a veces soles en inacabables carreras
ah, si no fuera por el rumor y la silueta
cada llaga encallecida de costumbre
otra vez aquí ahora
lo que se encuentra en ninguna parte
sigue el viaje
apenas señal
acorde
punto de fuga
aún así los míseros zapatos se congelan
gorjea
¡gorjea!
¿gorjea?
quizá aún se pueda.




Si las horas
de la mañana
de la tarde
van desperdiciando apetitos
si aquellas estrellas
                                    imantizan la mirada
amoratadas flores de fluorescencia
súbita llamada de llover.




Valioso como el silencio
bergantín avanza
a veces horizonte
balanceo atrevido
rasgar una ventana
acorde dividido en resplandores
posibilidad infinita
un cobro insignificante
un
     e  s  p  a  c  i  o
donde una voz
un gesto
una palabra
una mirada
la noción de algún calor.




Virgen de cerebros inocentes
crédulas cualidades derramando sinsentidos
sus cuadrados metros alucinan
nacen los colores
siempre flores
ah, sus vestidos cortos
sus tontas ganas
el estanque no para de crecer*
anhelos rasguñados por el agua
camino de espinas
la vista engaña
la canción se precipita
el tacto o cualquier sentido atado entre los dedos
un bostezo agudo
las máscaras persisten en callar.




Caramelos de azul  invierno sobre tus ojos
para mí los párpados se oyó
mientras la brisa
    la prisa
ocúltate de sueños no soñados
ocúltate del sol y las tinieblas
deja un rastro como una aventura
deja percibirte en el aliento
deja escribir sobre tus nervios
sobre el caracol de tus mentiras
sobre los sobres que están lejos
no sobre las sobras
tienes la clave para caer
y no caer
para caer en tu regazo
para caer en pleno incendio.




Labios de color inesperado
azul tornasol entre las manos
carne ensimismada
cielo entre las aguas
cópula cósmica y asesina
de toda oscuridad.




Entraña del silencio
albores extasiados
hervores contenidos
enseñas opacadas
la más exacta inquietud.




Tenue espejo rememora
ausente sobre el ojo
color riente o rastrojo
voz que solía estremecer.
Tenue espejo ahora callas
o encallas de no poder solarizar
lámina benigna de ternuras
siempre jamás registrará.




Al final de la batalla
y muerto el combatiente,
por fin pudimos descansar.




Ojalá hoja pudieras ojear
el rayo minúsculo del ojo
el rojo oscuro resplandor
o inocente ira
oscuridad.




Eres una llaga en la calle
un trámite un segundo
un número desquiciado
pase y espere el siguiente
una especie desvalorada
un papel te agrede en todas sus letras
sonríes de plena impotencia
al fin y al cabo solo eres
mueca de libertad.




Raudo pie
     de rey
    de obrero
ave o herramienta quejumbrosa
o herrumbroso menester en el callar.




Llaga cegadora
fe en el azar impresa
increpación solemne toda
agua intensa en espiral.




Ahora buscas
ahora el sol es carne de tus nervios
ahora vistes imposibilidad
te agrietas
intentas grito
pero tus ojos pueden más.




Sigue en el charco
      insolente
refleja tu esquivez en toda aurora
en ascética frialdad.




Se puede perder los ojos en un minuto
en una millonésima parte del suspiro
ser salitre o idea entre la nieve
pero la sal
pero el azúcar
toda la carne
y el ansia toda
persigue
la lluvia no siempre limpia
toda agua no siempre lava
el ojo o su incidencia
siembra o aniquila.




Tu voz y su inválido alarido
otra vez persigue
otra vez no alcanza
acaso ya nada puede
frente al intrépido mudar.




Madrugada contendora
he dormido en tu regazo
has sido tú mi despertar.




Con los ojos en la noche
con la sombra ensombrecida
con los pies en la mañana
con la mirada indiferente
con la cúspide entre mallas
con las hojas en el agua
con el lucero en la garganta
con la angustia entre la lluvia
con el sol en la morada
camino y sonreír.




Entrañable silencio que te envuelve
el músculo aguarda augusta caminata
el ojo perdido de eficacia
la rosa que no gira
la rosa que no alcanza
la nube que se pierde en el ayer.




Luna enamorada relumbra
festeja el amor entre los hombres
varón con el varón
mujer con la mujer
mujer con el varón (o viceversa)
no intentarás los torpes juicios
la hipócrita palabra del que anhela
solo mira los cuerpos enlazados
la cálida emoción que se concentra.




El cuerpo y su memoria
el tacto en dulces desvaríos
miradas que encontraron lo silente
cúspides abismos
barreras transitables
nada impuro de espejismos.




Vívida palabra entre tus labios
cenit de la forma
sangre más que materia
saliva inolvidable
nombrado en lo sentido
llamado en cada nervio
recorrido en la extensión de los deseos.




Geografía inabarcable en la palabra
solo en semejanza conjurada.




                                               Y yo desataré tus cabellos
                                               y apartaré las hojas delante de tus pasos
                                                                                              L. Chariarse

Al cerrar la puerta el mundo cambia
relojes ascensores equilibrios
todo queda en sus patrañas
solo sobre los pies
solo sobre el borde de los nervios
el viento pierde intentos en tus cabellos
respiras
los ojos vuelven a encontrar la cifra exacta
el corazón se alienta
ya puede ser él mismo.




Ha llovido el día sus segundos
telarañas pretenciosas en los dedos
han estallado mil silencios
entre semáforos y audacias
entre vitrinas conceptuales
entre amargos regodeos
entre circulares infinitas
y llamadas de atención que son lo mismo
sobreviviste
sobrepudiste
sobreseguiste
quizá nadie se dio cuenta
no importa
te recuerdas en tu aliento.




Mero meridiano
felicidad que increpa
incandescentes planetas del adiós
ahogándose en llamas
ahogándose en llanto
hablando del calor
no todos los colores en la noche son pardos
el azul por ejemplo
no siempre da cara al sol
el cruce de caminos como una madre comprensiva
todas la bendiciones
fuera de todo rubor.




Los gigantes calamares esperan la inflexión de los vocablos matutinos
no confían en el mar
por la avenida principal se deslizan
leyendo escandalosos diarios
amarillentos de amarillez
no como los cangrejos
enrojecidos ante cualquier sospecha.




Callar ahora
buscar un rastro
                           queda
un anhelo
                 vaga
                          en equilibrio
                                               con la oscuridad
un partir hacia todas partes
                                               hacia ninguna parte
el dulce cuento de los mayores
                                                  interminable
letanía
            letanía
                        letanía
miras por el hombro los antiguos sueños
eres feliz
                según tu ánimo
enciendes la pantalla
ríes y lloras
emoción fantasma
llenas los bolsillos de postizas verdades
colores que huyen del sol
colores que huyen de todo cobre
imperturbable desconocido de sí mismo
te has cuidado de todo
                                   tus cuentas de colores repiten el abecé engañoso
tienes un amor medido
                                   lo necesario
acaso
solo
                    sudor y gemido
                                               sudor y espasmo
te miras
al menos eso crees
pero tus pies ya no son tuyos
ni tu imperfecta calavera.




Suena y contestas
                              no miras
la mascara de la distancia te cubre
eres una voz que no existe
            una ficción en partida
            una partida infinita
            una llegada a ninguna parte
sigues en voz
                        en voz de paz
                        en voz de guerra
imposible comprenderse a cualquier hora.
Te pretende la charla interminable
el agujero en la camisa
indomeñables faltriqueras te persiguen
no cabes en las cuentas
                                      en rosarios de economía
tus ideas no producen excelencia
eres solamente una estela
“no señor, usted está muerto”
                                                no figuras en el sistema
aún así no hallas tu tumba
                                               solo un poco de café
                                               un diario imperecedero
                                               algunos trapos viejos
                                               lo que te queda de sonrisa.




Has delirado maravillosamente con tus sueños
en ellos podías divagar sin más molestias
soñabas dormir mil veces sobre mil veces
el conejo decía “no señor, ya no se usa”
tus zapatos eran la única respuesta
tenías pantallas en todos tus corazones
un agua sutil por cada nervio
tralenbaguabas de lo lindo
era oportuno
la atroz ingeniería del olvido
era un tropel de domados eructos
educados en la buena presencia
traspirabas amaneceres
nunca más de la cuenta
la cuenta de no darse cuenta
eras el espectáculo del remolino
un pie floreciente
avalancha del infinito.




Quisieras viajar a todo trapo
pero el atavío pesa
por más que fuera de tu magnífica presencia
la vuelta al día en ochenta tumbos
matemáticas inquietas
fino y elemental como la niebla
consigues despabilar lo más siniestro
por más que pretenda la derecha
te impulsas sobre dos caballos de fuerza
dos caballos de mar sobre la acera.




                                   Ese oasis no me sirve
                                               W. Delgado

Blandes horas
segundo exacto
royendo ritmos
ciñendo estancias
sutiles gargantas te asesinan
            - resonancias -
te persigue la súbita insistencia
el caracol del destino es una lágrima
una lágrima una sonrisa una llaga
no llega jamás lo eterno
tus pies solo son dos por más que insistas
los perros le ladran a la noche
no creas que así avanzas
eres un depósito de sueños y venganzas
tropiezas en la niñez
tropiezas en tu propia cara.




La orfebrería del sinsentido vuelve a la carga
trámites de implacancia
              de implicancia
              de imprecancia
sonríes desde tu acera vespertina
intentas ya no dañarte.




En la profundidades del ojo habita la esperanza
            una máscara de angustia
                        una ola inexplicable
                                   una encallecida hora
                                               nunca los pies entre redes
solo una porción de ti tras el aire
algo para el mar
los pies
amados pies
siempre sobre tierra.




Sales a la calle
el calor inquieta
tus pies flotan en la hoguera
en el asfalto presuroso
tus ojos miran en plena nada
escapas a ningún rincón
hacia sueños relegados
laberintos
alimañas de infinita oscuridad.








* Héroes del Silencio




LOS TERRIBLES DIENTES

            Cuando no puedo escribir enumero las posibles palabras, las posibles letras, todo aquello que serviría. A veces son muchas, a veces, ninguna.
           
            No tengo un tratado de las bellas artes, ni de las feas, solo el austero párpado entre los dedos, la inagotable lenitiva soledad.
           
            Los terribles dientes persiguen el rastro, pero qué es el rastro, acaso algo más que una simple huella o un intonso caminar.
           
            Los terribles dientes no sonríen, saben desavenencias de sus absurdas ceremonias, como aquella sobre quien pasar primero debe.
           
            Una excusa para cada cosa, todo aburre. La risa y el llanto, la tranquilidad,  alteraciones.
           
            Para escribir poesía primero evitar pensar en ella, su sola idea desconcierta.
           
            Los terribles dientes avizoran orejas con sus forzados cánticos. Se apropian de ritmos eternos, recubren de ausencias los sobrios esqueletos.
           
            No soy mi madre para esperar de mí una buena persona, demasiadas fallas para endilgarme esa quimera.
           
            No soy perfecto, he abortado implorantes suicidios, entre otras tantas tareas.
           
            He amado sombras, alguna que otra carne, alguna que otra mueca.
           
            Mi plan no es escribir fantasías, estas pagaron mal su estancia, el yo de mi yo ahora descansa.
           
            Nadie entendió “mi lápiz, no mi lápiz-cero”, cuesta caro ser sincero.
           
            El día sorprenderá en sus tenazas, en sus míseras migajas, los pies buscarán la venganza, quizá como todos los días nada nunca conseguirá.
           
            He perdido mi muerte tantas veces, lo mismo que silencios y amaneceres.
           
            Los tambores redoblan, no les importa estar a dieta.
           
            Hay cuerdas que esquizofrenian, al roce se desbocan a conciencia.
           
            Lavar el alma, estrujarla y aclararla. Lo que no se puede es dejarla colgando a que seque.
           
            El uniforme revela lo multiforme, lo inconforme, lo disconforme.
           
            Aprender a marchar, disciplina para la muerte.
           
            No te negaría la razón, solo que no la tengo.
           
            La mujer llegó vestida, la mujer llegó rendida, la mujer se fue perdida.
           
            Asombra el mar, atemoriza el salado vientre, su respirar.
           
            Cuando los ojos se quiebren no habrán parches posibles, solo rústicas llamaradas para intentar continuar.
           
            Extasiado en el azul herrumbrado en la inacabable forma mortal.
           
            El exquisito margen de la angustia ahora besa las rodillas, se ríe de imposibilidad.
           
            A esta hora los relojes rugen como fieras en celo, la calle está tranquila, ningún perro gime sus rencores.
           
            Lo que se hace por vivir no siempre lleva a la vida, la muerte solo es un recreo interminable.
           
            Cómo acabar con los problemas cuando estos permiten el mínimo estar.
           
            Los terribles dientes están muy cerca, se pasean por la piel, en la mirada, desconocen de distancias.
           
            Los peleadores nocturnos invocan a la madre, en su honor, las piedras se tornan en aladas flores.
           
            Los terribles dientes resisten, sonríen cada vez más fuertes, a cada hora, amenazan toda honestidad.
           
            Las manchas logradas única ventaja, refugio o guarida, anhelada perdición.
           
            Sandalias lustradas, amaestradas, reparadas, preparadas. Pies quimeran esplendor.
           
            Las huellas en la carne no entrañan leyendas,  quizá tan solo decepción.
           
            Mujer arrepentida de todas sus ansias, la niña no podrá volver.
           
            La ley debería ser ágil y muy gorda, para que se sienta su peso al caer.
           
Cardenales de la poesía no se ofendan no voy contra su poder pues no me importan.
           
            No tengo que escribir por eso escribo, también tengo verdades y sé mentir.
           
            Exquisito placer de estar vivo, exquisita necesidad de morir.

            Caminaba en círculos rendidos, miraba las exactas infinitudes, el suelo, el cielo, el espacio entre palabras, tenía ascensores en los ojos, en los lacrimales guardaba esperanzas y una oscura libertad.
           
El áspero disfraz de la esperanza, criatura dormida en oscuros regazos. Azul en su respiración, brillante en su quimera. Lo más apetecido es lo que nunca aparece, una mágica palabra, un hallazgo, una senda, un minúsculo poder hasta aburrirse. Las escaleras caracolean inquietas, llaman a los pies, estos responden a pasos largos. Todo sigue igual, todo sigue igual, todo sigue igual, mas, se degrada.

            Las llamadas al vacío prueban su eficacia una y mil veces y una más. Las líneas están ocupadas, como todo, siempre hay algo que será más importante. Como todo siempre habrá algo que nunca se sabrá. Los sobres sobrepasan su identidad. Sobrepuesto al sol hasta las cenizas, la vida no siempre es saludable, el albur de los mejores cuentos no dejará de sonreír.




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AL MARGEN

Asistimos al desencuentro de la música y la palabra, la anécdota asfixiante pretende avasallamientos eficaces, mejora sus teorías y discursos, loas al poema dolor, al poema crónica, al poema conversación, al poema estulticia en suma. Hay sin embargo una margen, otra margen que vive y resiste, la que no olvida la voz y los tambores, no todo es lágrimas, la poesía no es foto de diario, la vida del poeta no es su poesía, hay mucho más que melancolía, hay muchas palabras por decir, no quiere decir que las palabras “digan” algo, la poesía requiere poesía, aunque se esté callada.


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