Sales a la calle
el frío espera
tus pies flotan en cemento
en el asfalto presuroso
tus ojos miran ciegos
escapas hacia un rincón
hacia el sueño olvidado
laberintos
caracoles de infinito fulgor.
En cada palabra estriba el sueño
el músculo
el deseo
dulces ternuras
apasionadas furias
lo que solo saben dos
se reconocen en sus señas
solo lo dicho al callarse,
el oculto rincón vale su aposento
un techo
un espacio
unas paredes
un lugar que guarecerse de los ojos
un lugar en que se aprehenda el sabor.
Cada voz tiñe los labios de color
inesperado
cada azul se tornasola al pasar entre las
manos
cada llaga será al fin carne ensimismada
cuando el cielo se enrede entre las
aguas
en una cópula cósmica y asesina
de toda oscuridad.
Cuando el poder mane de los lados
cuando el frente sea amor
cuando la locura sea de respeto
cuando la cordura cause pavor
cuando la risa mande risa
cuando haya prisa mas no desesperación
cuando abril persiga rayos
cuando mayo no muera de dolor
cuando la noche ilumine aún sin luces
cuando se hable
más lejos que la voz.
Ojo reconcentra tu atención
hay más
que el más acá
hay más
que el más allá
hay más para el iris
algo se oculta entre el sol.
Esguince exótico del ojo
desorbitado de tristeza
de simple agujero en su arcada
de inocultable belleza de extranjero
la soledad de los que están solos
la lluvia razón de los lamentos
la noble vestidura del amor nunca
resguarda
la dignidad no conjuga con silencios
palabras para qué si no hay palabras
la inútil discusión que invade días
la inútil comunión de la esperanza.
Todas las horas encajadas en el viento
el rústico fluir el fiero asomo
hierático dedo en escalpelo
dos veces dos
alguna parte
una mirada
el diapasón se desespera
desmaraña
el apetito esmera su llegada
punto por punto indescriptible
en coma palabra toda
siguen las voces
incoloro tráfago
ni siquiera para un basta
no pasa nada
las piedritas en el borde de los cielos
los cielos en el borde de los dedos
los dedos en el borde de los sueños
en los sueños se cuecen nadas
nada
nada.
A un canto del agua
a un canto del aire
ningún estúpido segundo
según los minutos exquisitos
todo distribuido en decilitros
¡ah! esas medidas del aliento
raer
raer royendo
no queda ya ningún disturbio
ahora aflora inmensidad.
La penumbra despierta luces
milímetro exacto anhelante
áureas disposiciones
nervios tráficos
todo a ras del grito
la mínima célula riega incendio
camino impelido pasadizo
ah, la sustancia
binario aliento.
La insoportable
rima de la ciencia
cuatro cadáveres
insomnes
un chasquido
letal en la mirada
¡oh! madre, tú
siempre lo decías
una caja de
fósforos encendidos
cuatro o cinco
venenos
el ruido de las
motos por mi calle
el ruido de las
motos en la calle
el ruido de las
motos sobre calle
la calle oculta
entre veredas
el aplomo de los
que no están nunca
el aplomo de los
que no están siempre
una moneda
un rastro
un pie
¿estrófico?
¿poético?
¿des/medido?
un cuarto de
alguna cosa envuelto en papel azúcar
por los bordes
como nadie más puede
un gusano de
seda totalmente tosco
una señora
ausente
un artilugio
inoperante
espero el sol
aun la tarde
el cataclismo
entre la lengua
dos historias
encontradas
a más a o esto
apesta
b más b a veces
llora
un instrumento
de precisión en no sé cuánto
¡ah! claro, a
veces llueve de costado
otra vez la
estación
nubes y rieles
ríeles
acaso así
ojalá sí algo
barquichuela
llamarada.
Una lista de
canciones anticuadas
incluyendo restas
imperfectas
una tenaz
resistencia al homicidio
un guante
algo ligero
otra vez el
juego
la sagaz
concomitancia de las reglas
oes aes
sinsabores
sinrazón en el
tropiezo
el átomo aprieta
molécula urgente
saliva
inapreciada
redes
vocablos
atambores
músculo intenta
ojo apresa.
Legislando sobre
el odio y felices llamaradas
la procesión
¡carajo! la procesión
el lento paso de
los ojos
masa por energía
entre dos nervios
todo elevado al
cuadrado
la cifra exacta
quizá un día
haya
sobran retazos
de hiel y de cadenas
el suave vaivén
perpetra
el suave vaivén.
El sutil ejercicio
diario
marcadas horas
a veces soles en
inacabables carreras
ah, si no fuera
por el rumor y la silueta
cada llaga
encallecida de costumbre
otra vez aquí
ahora
lo que se
encuentra en ninguna parte
sigue el viaje
apenas señal
acorde
punto de fuga
aún así los
míseros zapatos se congelan
gorjea
¡gorjea!
¿gorjea?
quizá aún se
pueda.
Si las horas
de la mañana
de la tarde
van
desperdiciando apetitos
si aquellas
estrellas
imantizan la mirada
amoratadas
flores de fluorescencia
súbita llamada
de llover.
Valioso como el
silencio
bergantín avanza
a veces
horizonte
balanceo
atrevido
rasgar una
ventana
acorde dividido
en resplandores
posibilidad
infinita
un cobro
insignificante
un
e s
p a c
i o
donde una voz
un gesto
una palabra
una mirada
la noción de
algún calor.
Virgen de
cerebros inocentes
crédulas
cualidades derramando sinsentidos
sus cuadrados
metros alucinan
nacen los
colores
siempre flores
ah, sus vestidos
cortos
sus tontas ganas
el estanque no para de crecer*
anhelos
rasguñados por el agua
camino de
espinas
la vista engaña
la canción se
precipita
el tacto o
cualquier sentido atado entre los dedos
un bostezo agudo
las máscaras
persisten en callar.
Caramelos
de azul invierno sobre tus ojos
para mí
los párpados se oyó
mientras
la brisa
la prisa
ocúltate
de sueños no soñados
ocúltate
del sol y las tinieblas
deja un
rastro como una aventura
deja
percibirte en el aliento
deja
escribir sobre tus nervios
sobre el
caracol de tus mentiras
sobre los
sobres que están lejos
no sobre
las sobras
tienes la
clave para caer
y no caer
para caer
en tu regazo
para caer
en pleno incendio.
Labios de color inesperado
azul tornasol entre las manos
carne ensimismada
cielo entre las aguas
cópula cósmica y asesina
de toda oscuridad.
Entraña
del silencio
albores
extasiados
hervores
contenidos
enseñas
opacadas
la más
exacta inquietud.
Tenue
espejo rememora
ausente
sobre el ojo
color
riente o rastrojo
voz que
solía estremecer.
Tenue
espejo ahora callas
o
encallas de no poder solarizar
lámina
benigna de ternuras
siempre
jamás registrará.
Al
final de la batalla
y
muerto el combatiente,
por fin
pudimos descansar.
Ojalá
hoja pudieras ojear
el rayo
minúsculo del ojo
el rojo
oscuro resplandor
o
inocente ira
oscuridad.
Eres una llaga en la calle
un trámite un segundo
un número desquiciado
pase y espere el siguiente
una especie desvalorada
un papel te agrede en todas sus letras
sonríes de plena impotencia
al fin y al cabo solo eres
mueca de libertad.
Raudo
pie
de rey
de obrero
ave o
herramienta quejumbrosa
o
herrumbroso menester en el callar.
Llaga
cegadora
fe en
el azar impresa
increpación
solemne toda
agua intensa
en espiral.
Ahora
buscas
ahora
el sol es carne de tus nervios
ahora
vistes imposibilidad
te
agrietas
intentas
grito
pero
tus ojos pueden más.
Sigue
en el charco
insolente
refleja
tu esquivez en toda aurora
en
ascética frialdad.
Se
puede perder los ojos en un minuto
en una
millonésima parte del suspiro
ser
salitre o idea entre la nieve
pero la
sal
pero el
azúcar
toda la
carne
y el
ansia toda
persigue
la
lluvia no siempre limpia
toda
agua no siempre lava
el ojo
o su incidencia
siembra
o aniquila.
Tu voz
y su inválido alarido
otra
vez persigue
otra
vez no alcanza
acaso
ya nada puede
frente
al intrépido mudar.
Madrugada
contendora
he
dormido en tu regazo
has
sido tú mi despertar.
Con los
ojos en la noche
con la
sombra ensombrecida
con los
pies en la mañana
con la
mirada indiferente
con la
cúspide entre mallas
con las
hojas en el agua
con el
lucero en la garganta
con la
angustia entre la lluvia
con el
sol en la morada
camino
y sonreír.
Entrañable
silencio que te envuelve
el
músculo aguarda augusta caminata
el ojo
perdido de eficacia
la rosa
que no gira
la rosa
que no alcanza
la nube
que se pierde en el ayer.
Luna
enamorada relumbra
festeja
el amor entre los hombres
varón
con el varón
mujer
con la mujer
mujer
con el varón (o viceversa)
no
intentarás los torpes juicios
la
hipócrita palabra del que anhela
solo
mira los cuerpos enlazados
la
cálida emoción que se concentra.
El
cuerpo y su memoria
el
tacto en dulces desvaríos
miradas
que encontraron lo silente
cúspides
abismos
barreras
transitables
nada impuro
de espejismos.
Vívida
palabra entre tus labios
cenit
de la forma
sangre
más que materia
saliva
inolvidable
nombrado
en lo sentido
llamado
en cada nervio
recorrido
en la extensión de los deseos.
Geografía
inabarcable en la palabra
solo en
semejanza conjurada.
Y yo desataré tus cabellos
y
apartaré las hojas delante de tus pasos
L.
Chariarse
Al
cerrar la puerta el mundo cambia
relojes
ascensores equilibrios
todo
queda en sus patrañas
solo
sobre los pies
solo
sobre el borde de los nervios
el
viento pierde intentos en tus cabellos
respiras
los
ojos vuelven a encontrar la cifra exacta
el
corazón se alienta
ya
puede ser él mismo.
Ha
llovido el día sus segundos
telarañas
pretenciosas en los dedos
han
estallado mil silencios
entre
semáforos y audacias
entre
vitrinas conceptuales
entre
amargos regodeos
entre
circulares infinitas
y
llamadas de atención que son lo mismo
sobreviviste
sobrepudiste
sobreseguiste
quizá
nadie se dio cuenta
no
importa
te
recuerdas en tu aliento.
Mero meridiano
felicidad que increpa
incandescentes planetas del adiós
ahogándose en llamas
ahogándose en llanto
hablando del calor
no todos los colores en la noche son
pardos
el azul por ejemplo
no siempre da cara al sol
el cruce de caminos como una madre
comprensiva
todas la bendiciones
fuera de todo rubor.
Los gigantes calamares esperan la
inflexión de los vocablos matutinos
no confían en el mar
por la avenida principal se deslizan
leyendo escandalosos diarios
amarillentos de amarillez
no como los cangrejos
enrojecidos ante cualquier sospecha.
Callar ahora
buscar un rastro
queda
un anhelo
vaga
en equilibrio
con
la oscuridad
un partir hacia todas partes
hacia
ninguna parte
el dulce cuento de los mayores
interminable
letanía
letanía
letanía
miras por el hombro los antiguos sueños
eres feliz
según tu ánimo
enciendes la pantalla
ríes y lloras
emoción fantasma
llenas los bolsillos de postizas
verdades
colores que huyen del sol
colores que huyen de todo cobre
imperturbable desconocido de sí mismo
te has cuidado de todo
tus
cuentas de colores repiten el abecé engañoso
tienes un amor medido
lo
necesario
acaso
solo
sudor y gemido
sudor
y espasmo
te miras
al menos eso crees
pero tus pies ya no son tuyos
ni tu imperfecta calavera.
Suena y contestas
no miras
la mascara de la distancia te cubre
eres una voz que no existe
una
ficción en partida
una
partida infinita
una
llegada a ninguna parte
sigues en voz
en
voz de paz
en
voz de guerra
imposible comprenderse a cualquier hora.
Te pretende la charla interminable
el agujero en la camisa
indomeñables faltriqueras te persiguen
no cabes en las cuentas
en rosarios de economía
tus ideas no producen excelencia
eres solamente una estela
“no señor, usted está muerto”
no figuras en el sistema
aún así no hallas tu tumba
solo
un poco de café
un
diario imperecedero
algunos
trapos viejos
lo
que te queda de sonrisa.
Has delirado maravillosamente con tus
sueños
en ellos podías divagar sin más
molestias
soñabas dormir mil veces sobre mil veces
el conejo decía “no señor, ya no se usa”
tus zapatos eran la única respuesta
tenías pantallas en todos tus corazones
un agua sutil por cada nervio
tralenbaguabas de lo lindo
era oportuno
la atroz ingeniería del olvido
era un tropel de domados eructos
educados en la buena presencia
traspirabas amaneceres
nunca más de la cuenta
la cuenta de no darse cuenta
eras el espectáculo del remolino
un pie floreciente
avalancha del infinito.
Quisieras viajar a todo trapo
pero el atavío pesa
por más que fuera de tu magnífica
presencia
la vuelta al día en ochenta tumbos
matemáticas inquietas
fino y elemental como la niebla
consigues despabilar lo más siniestro
por más que pretenda la derecha
te impulsas sobre dos caballos de fuerza
dos caballos de mar sobre la acera.
Ese oasis no me
sirve
W. Delgado
Blandes horas
segundo exacto
royendo ritmos
ciñendo estancias
sutiles gargantas te asesinan
- resonancias -
te persigue la súbita insistencia
el caracol del destino es una lágrima
una lágrima una sonrisa una llaga
no llega jamás lo eterno
tus pies solo son dos por más que insistas
los perros le ladran a la noche
no creas que así avanzas
eres un depósito de sueños y venganzas
tropiezas en la niñez
tropiezas en tu propia cara.
La orfebrería del sinsentido vuelve a la carga
trámites de implacancia
de implicancia
de imprecancia
sonríes desde tu acera vespertina
intentas ya no dañarte.
En la profundidades del ojo habita la esperanza
una máscara de
angustia
una
ola inexplicable
una
encallecida hora
nunca
los pies entre redes
solo una porción de ti tras el aire
algo para el mar
los pies
amados pies
siempre sobre tierra.
Sales a la calle
el calor inquieta
tus pies flotan en la hoguera
en el asfalto presuroso
tus ojos miran en plena nada
escapas a ningún rincón
hacia sueños relegados
laberintos
alimañas de infinita oscuridad.
* Héroes del Silencio
LOS
TERRIBLES DIENTES
Cuando no puedo escribir enumero las
posibles palabras, las posibles letras, todo aquello que serviría. A veces son
muchas, a veces, ninguna.
No tengo un tratado de las bellas
artes, ni de las feas, solo el austero párpado entre los dedos, la inagotable
lenitiva soledad.
Los terribles dientes persiguen el
rastro, pero qué es el rastro, acaso algo más que una simple huella o un
intonso caminar.
Los terribles dientes no sonríen,
saben desavenencias de sus absurdas ceremonias, como aquella sobre quien pasar
primero debe.
Una excusa para cada cosa, todo
aburre. La risa y el llanto, la tranquilidad, alteraciones.
Para escribir poesía primero evitar
pensar en ella, su sola idea desconcierta.
Los terribles dientes avizoran
orejas con sus forzados cánticos. Se apropian de ritmos eternos, recubren de
ausencias los sobrios esqueletos.
No soy mi madre para esperar de mí
una buena persona, demasiadas fallas para endilgarme esa quimera.
No soy perfecto, he abortado
implorantes suicidios, entre otras tantas tareas.
He amado sombras, alguna que otra
carne, alguna que otra mueca.
Mi plan no es escribir fantasías,
estas pagaron mal su estancia, el yo de mi yo ahora descansa.
Nadie entendió “mi lápiz, no mi
lápiz-cero”, cuesta caro ser sincero.
El día sorprenderá en sus tenazas,
en sus míseras migajas, los pies buscarán la venganza, quizá como todos los
días nada nunca conseguirá.
He perdido mi muerte tantas veces,
lo mismo que silencios y amaneceres.
Los tambores redoblan, no les importa
estar a dieta.
Hay cuerdas que esquizofrenian, al
roce se desbocan a conciencia.
Lavar el alma, estrujarla y
aclararla. Lo que no se puede es dejarla colgando a que seque.
El uniforme revela lo multiforme, lo
inconforme, lo disconforme.
Aprender a marchar, disciplina para
la muerte.
No te negaría la razón, solo que no
la tengo.
La mujer llegó vestida, la mujer
llegó rendida, la mujer se fue perdida.
Asombra el mar, atemoriza el salado
vientre, su respirar.
Cuando los ojos se quiebren no
habrán parches posibles, solo rústicas llamaradas para intentar continuar.
Extasiado en el azul herrumbrado en
la inacabable forma mortal.
El exquisito margen de la angustia
ahora besa las rodillas, se ríe de imposibilidad.
A esta hora los relojes rugen como
fieras en celo, la calle está tranquila, ningún perro gime sus rencores.
Lo que se hace por vivir no siempre
lleva a la vida, la muerte solo es un recreo interminable.
Cómo acabar con los problemas cuando
estos permiten el mínimo estar.
Los terribles dientes están muy
cerca, se pasean por la piel, en la mirada, desconocen de distancias.
Los peleadores nocturnos invocan a
la madre, en su honor, las piedras se tornan en aladas flores.
Los terribles dientes resisten,
sonríen cada vez más fuertes, a cada hora, amenazan toda honestidad.
Las manchas logradas única ventaja,
refugio o guarida, anhelada perdición.
Sandalias lustradas, amaestradas,
reparadas, preparadas. Pies quimeran esplendor.
Las huellas en la carne no entrañan
leyendas, quizá tan solo decepción.
Mujer arrepentida de todas sus
ansias, la niña no podrá volver.
La ley debería ser ágil y muy gorda,
para que se sienta su peso al caer.
Cardenales
de la poesía no se ofendan no voy contra su poder pues no me importan.
No tengo que escribir por eso
escribo, también tengo verdades y sé mentir.
Exquisito placer de estar vivo,
exquisita necesidad de morir.
Caminaba en círculos rendidos,
miraba las exactas infinitudes, el suelo, el cielo, el espacio entre palabras,
tenía ascensores en los ojos, en los lacrimales guardaba esperanzas y una
oscura libertad.
El
áspero disfraz de la esperanza, criatura dormida en oscuros regazos. Azul en su
respiración, brillante en su quimera. Lo más apetecido es lo que nunca aparece,
una mágica palabra, un hallazgo, una senda, un minúsculo poder hasta aburrirse.
Las escaleras caracolean inquietas, llaman a los pies, estos responden a pasos
largos. Todo sigue igual, todo sigue igual, todo sigue igual, mas, se degrada.
Las llamadas al vacío prueban su
eficacia una y mil veces y una más. Las líneas están ocupadas, como todo,
siempre hay algo que será más importante. Como todo siempre habrá algo que
nunca se sabrá. Los sobres sobrepasan su identidad. Sobrepuesto al sol hasta
las cenizas, la vida no siempre es saludable, el albur de los mejores cuentos no
dejará de sonreír.
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AL MARGEN
Asistimos
al desencuentro de la música y la palabra, la anécdota asfixiante pretende
avasallamientos eficaces, mejora sus teorías y discursos, loas al poema dolor,
al poema crónica, al poema conversación, al poema estulticia en suma. Hay sin
embargo una margen, otra margen que vive y resiste, la que no olvida la voz y
los tambores, no todo es lágrimas, la poesía no es foto de diario, la vida del
poeta no es su poesía, hay mucho más que melancolía, hay muchas palabras por
decir, no quiere decir que las palabras “digan” algo, la poesía requiere
poesía, aunque se esté callada.
Tienes una certera poética.
ResponderEliminarPersevera.
Saludos.